Un nuevo estudio de la Universidad Witten/Herdecke en Alemania revela una sorprendente correlación: los cantantes famosos mueren, en promedio, cuatro años y medio antes que sus contrapartes menos conocidas. La investigación, publicada por la investigadora de salud Johanna Hepp y sus colegas, sugiere que el estatus de celebridad en sí mismo es un riesgo de mortalidad significativo, no simplemente el estilo de vida que a menudo se asocia con los músicos.
Combinando fama con anonimato
Los investigadores analizaron datos de 324 artistas musicales activos entre 1950 y 1990, emparejando cada uno con un “gemelo” estadísticamente coincidente: alguien del mismo género, edad, nacionalidad, etnia, género y condición de solista/banda, pero que permaneció en gran medida en el anonimato. Los resultados fueron contundentes: los cantantes famosos tenían un promedio de 75 años al morir, mientras que sus homólogos menos famosos vivieron casi 80.
Este estudio no es sólo una coincidencia; controla cuidadosamente otros factores que podrían explicar la diferencia. Al rastrear cuándo los artistas ingresaron a las listas musicales, los investigadores confirmaron que el mayor riesgo de mortalidad aparece después de alcanzar la fama, lo que sugiere un vínculo directo.
El precio de la vida pública
Si bien el estudio no puede probar definitivamente que la fama cause muerte prematura, las cifras son convincentes. Los investigadores señalan el estrés psicosocial como el principal factor. El intenso escrutinio público, la pérdida de privacidad y la presión constante sobre el desempeño pasan factura. Estos factores estresantes pueden provocar angustia psicológica y mecanismos de afrontamiento dañinos, haciendo de la fama una carga crónica que supera los posibles beneficios socioeconómicos.
El estudio también encontró que los artistas solistas enfrentan un mayor riesgo de mortalidad que los de bandas, posiblemente debido al sistema de apoyo y las responsabilidades compartidas dentro de un grupo.
Más allá de la música: una advertencia más amplia
Esta no es la primera investigación que sugiere que la fama es perjudicial para la salud. Estudios anteriores indicaron que los músicos famosos mueren más jóvenes que la población general, pero este trabajo aísla la fama como factor clave. Si bien los hallazgos se centran en cantantes de Europa y América del Norte, las implicaciones son más amplias.
“Ser famoso parece tan perjudicial que anula cualquier beneficio potencial asociado con un alto nivel socioeconómico”.
Los investigadores proponen que comprender estos riesgos podría informar intervenciones para promover el bienestar, no solo para personas de alto perfil sino para la sociedad en general, dada la influencia que tienen las celebridades en los comportamientos de salud pública. El estudio es un sobrio recordatorio de que la riqueza y el reconocimiento no garantizan la longevidad y que el precio de la fama puede pagarse en años perdidos.
